miércoles, 14 de octubre de 2009

PERU: INDEPENDENCIA COLONIAL ESPAÑOL.

Por: Augusto Caña Mamani “Sinshi Cahuide”

Desde entonces, aquella “independencia” peruana fue una revolución, que solo liberó de la dominación política española a la aristocracia virreynal criolla, que de paso, el libertador y esta rancia abolenga querían instaurar una monarquía conservadora de corte tradicional y cambiar de bandera que vituperaba la causa Sanmarteriana. Inclusive para congraciarse con la aristocracia virreynal y la inquisición religiosos, San Martín llegó a ofrecer un trono peruano para un príncipe español; mientras los jefes peninsulares como Carratalá, Ricafort y Rodil se empeñaron en aplicar su “terrorismo” con matanza masiva y arrasamiento de pueblos íntegros.

Rubén Vargas Ugarte, el cura historiador cita una referencia literal: “San Martín llevaba instrucciones de entenderse con los criollos peruanos que, en general, se sentían mucho mas ligados a los españoles que a los indios y negros”. Aquí se descubre que los tentáculos exteriores de poder, habían coordinado aquel componente de la “independencia” a modo conciliador y esto estaba a cargo del agente ingles Basil Hull (a quien los historiadores lo catalogan de comerciante, pero sabemos que los usureros nunca escriben sus memorias). Este sujeto sugería al libertador que respetara la autoridad del gobernante de Lima, del anciano y ultra conservador Marqués de Montemira, nombrado por el virrey. Así, la ciudad mas hispanista de América habría de acordar en el cabildo recibir en triunfo al libertador José Francisco de San Martín.

En el territorio ancestral del antiguo Tawantinsuyu, para todo el mundo no era secreto que, en la sierra andina del llamado “Perú”, las guerrillas combatían vigorosamente en todo el Mantaro, en Huancavelica y sobre todo en Ayacucho, donde los montoneros, después de las victoriosas batallas de Pasco, Mirave, La Calera y otros más, estaban deseosos de marchar sobre Lima: Pues, los capitanes de aquella rebelión andina, no querían nada con los españoles, ni su Rey, menos un nuevo Rey español, nada con mantener el sometimiento formal a España. Pero el masón José Francisco de San Martín (miembro secreto de los caballeros racionales de la logia de Lautaro) como buen hijo de los españoles, no se animó a desatar una revolución social como de nuestro apu Tupac Amaru, y menos de ahondar una guerra civil que desde mucho ensangrentaba al milenario Tawantinsuyu.

José Francisco de San Martín, recordó el armisticio de Punchauca, donde los provenientes aristócratas criollos, le habían clamado que fuesen desarmadas y disueltas “las guerrillas o grupos de indios rebeldes de cualquier clase”. En aquel entonces, una autentica sublevación agraria estaba en marcha y el apoyo de los montoneros a la causa de la patria (igual que los etnocaceristas de este tiempo) era un hecho de victoria cantada: Aquel pacto de la nobleza virreynal con San Martín, tiene de contenido condescendiente y congraciante que conllevó a la proclama de la falaz “independencia”: Así, este infalible acto se realizó sobre un estrado que destacaba por tamaño, adornos y el costoso arco erigido por el tribunal del consulado español. Al culminar el discurso del libertador de los criollos, hubo repique de campanas, cohetones y gran bullicioso; sobre todo el protocolario abrazo de condes, marqueses, el clero y militares con sus vistosos trajes de gala que finalizó con el desfile de la escolta de la antigua guardia de alabarderos del virrey y cuerpo de expedicionario del ejercito Río Platense: También cono se observa en la actualidad, en la noche tuvo el acto de besamanos. Felizmente aquella mojiganga criolla fue la “independencia” del Perú-hispano y NO del milenario TAWA-INTI-SUYU: De ello, recién viene con su eco telúrico de liberación.

Al siguiente día, para reafirmar aquél imberbe criolla, el octogenario arzobispo español Bartolomé Las Heras ofició la misa de Te Deum en la catedral de Lima (en la actualidad los criollos siguen haciendo esta farsa). “La Gaceta” que había desaparecido, ahora con elogios melosos a San Martín, dio cuenta de los actos oficiales y sociales en términos ditirámbicos. Mientras los bailes, los brindis de los “independensados” se multiplicaban en Lima; mientras allá en el interior del país se extinguía las guerras mas implacables, con prisioneros fusilados, descuartizamientos, horca, masacres. Este otro Peru-Tawantinsuyano seguía combatiendo la dominación colonial; posteriormente este acto patriótico de los montoneros con la bandera de resistencia etnocacerismo, se repitió 58 años después al enfrentar al ejército invasor chileno.

Ay de mí, los opresores de este tiempo no han aprendido todavía mirar el bosque sino al árbol; pues de todos los fracasos, la historia se ha encargado de darnos como lección y no caer en otro error; ahora por momento, la casta criolla tienen ropaje moderno y abulia occidental, pero su identidad no tiene raíz histórico. Sabemos que la “independencia” peruana no esta basada en la categoría de igualdad, de pleno derecho, de trabajo, sino en el enriquecimiento de unos pocos bajo la mascarada de empresa privada. ¿Cuál es el epilogo de esa fastuosa “independencia”?. Han pasado 187 años desde que se declarara formalmente la “independencia” del Perú y nuestro país, esta mas dependiente que nunca: La marginación y la miseria siguen azotando, cada vez más con mayor fuerza. La historia sigue siendo la misma, con sus días de penuria y tristeza, de frustración y desesperanza. La verdadera emancipación, bajo la bandera auténtica del TAWA-INTI-SUYU, todavía no esta escrito con sangre, pero ya crujen los caminos, ya nace una nueva alba; el porvenir de los discriminados se avecina esta vez, sí, por la autentica reafirmación: Por la voluntad general del pueblo milenario del TAWA-INTI-SUYU.

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