Por: Augusto Caña Mamani “Sinshi Cahuide”
Póstumo homenaje al hermano MACEDONIO LIRIO LEÓN: El recuerdo de tu memoria, siempre está vigente como dirigente de la FADA-ANCASH, con tu voz legendaria de Pedro “Osku” Cochachin y soldado epónimo de Atusparia. Hace 20 años, dos veces en Lima y uno en Huaraz, en el marco de eventos y acontecimientos de los 500 años de resistencia indígena; junto con Eleuterio Ramírez Jara, desde el presente indagamos la historia trágica de nuestro pueblo y luego proyectamos su apoteósico futuro. Todavía tu mirada acerada traspasa el nevado de Huascarán y tu voz vibrante arenga la huelga campesina: Ay caray, todavía vives tan presente en mi mente como la estatua del guerrero que nunca muere. En aquellas veces, fueron diálogos largos y polémicas libres, bajo la danza melódica de las Pallas de Corongo, donde departimos momentos indelebles de hermandad indómita y luego años más tarde en el callejón de Conchudos caíste abatido por el mensajero asesino de una bala traidora. ¡Macedonio Lirio León presente y descansa en Paz!.
PRELIMINAR DEL SUCESO HISTORICO:
Aquel rebelión indígena de 1885; preconizado por Atusparia, se conscribió con sangre bajo el altar del nevado de Huascarán, fue un episodio de guerra contra la infamia, corrupción, opresión, el vasallaje y el abuso que con soberbia impunidad cometían las autoridades y hacendados criollos del aquel entonces. Sin embargo, aquella gesta revolucionaria y histórica de los Ancashinos; hoy, con deliberado intención tiende a ser borrada, deformada y olvidada por la rancia entelequia tradicional y por el dominio político de los regímenes reaccionarios de la Republiquita criolla peruana.
Lamentablemente en el corral del llamado “Perú”, la historia oficial seudo “patriotera” con apellidos aristocráticos y de “forúnculos virreyes” solo resaltan a los individuos pomposos como “héroes notables” y con velo oscurantismo se sepulta el accionar de la masa indígena. Pero gracias a esta época de nuevos acontecieres, donde los nuevos ideales brotan en su propia esencia, donde también existen condiciones coyunturales para quienes ejecutamos el trabajo de escribir, rescatar, valorar y difundir la exhumación episódica de nuestra verdadera historia.
Volviendo al episodio histórico de la rebelión indígena de Atusparia que después de 123 años, descubrimos las causas y los móviles del aquel rebelión indígena de 1885; fue la insurgencia dinámica de la masa explotada, postergada, humillada y angustiada que Vivian frente al abuso de la casta criolla, quienes, después de la guerra del pacifico, continuaron el clímax de las guerras civiles entre los generales Iglesias y Cáceres dejando a la población indígena en una ruina total. El poder prepotente del gamonalismo y la oligarquía criolla se acrecentó y el debilitado estado peruano no protegió ni ayudó a los herederos del antiguo Tawantinsuyu.
En aquella época de contrastes sociales, políticas y militares, mas al contrario se descarga todo el peso de la crisis y otras calamidades sobre el hombro y el bolsillo del sector indígena, restableciendo la contribución personal (despojo), el trabajo obligatorio y gratuito a favor de la “Republica” y mas la explotación cerval de las autoridades locales y los gamonales criollos. Toda esta situación de injusticia, de postración, abuso y ultraje, despertó el movimiento reivindicativo a un enfrentamiento armado y que este hecho como resurgimiento ideo-político del socialismo ancestral tuvo de connotación y de trascendencia histórica pro Tawantinsuyana.
EL EPISODIO DE LUCHA:
Ancash 03 de marzo de 1885: Atusparia convocó al pueblo con el teñir de las campanas, no para la faina, sino para la insurrección armada. En marcha silencioso, los sublevados indígenas iban llegando al lugar convenido y tomar posición de combate en los cerros cercanos de Huaraz. Así, el grito de ¡Justicia! del pueblo enardecido se escuchó 15 kms a la redonda, su eco de libertad despertó la colectividad sometida a la injusticia: Aquel ejército indígena portaban rejones, barretas, palos de "lloque", hondas, escopetas y algunos fusiles que fueron arrebatadas de patrullas chilenas. La rápida movilización se divisaba semejante a marmitas hirvientes en los cerros del entorno de Huaraz que cercaban todas las entradas; a media mañana se dio inicio la hostelización armada que aumentó con horas de intensidad a medida que se estrechaba el cerco. Los más temibles por su número, por su valentía y arrojo fueron los venidos de Paria, Marián, Priac, Huanchac, Aquia, Ccoyllur, Unchus, Parap, Llacona y Macashca que ingresaron por la calle “lagarto” y tomaron el morro de “Pumacayan”, luego San Francisco y la Soledad.
La contingencia de la cordillera negra, vinieron de Póngor, Tinco, Cochac, Qcespac, Carcariasu, calijirca, cashacoto, canto, Jirac, Cashan, Yurac-cancha y Chacchan que se posicionaron del Balcón de Judas, pasando por calicanto, tomaron la plazoleta de Huarupampa. La avanzada del lado norte, venían de Anta, Yúngar, Parahuanca, Aco, Taricá, Jangas, Collón, Mataquita, Irhua, Huanta, Chavin, Chontayoc, Baños, Lucma, Mullaca que rebazando el puente de Quilcay debían tomar la plazuela de espíritu santo y luego continuar la calle “Comercio”.
Los sublevados del sur venían de Shamsha, Chillán, Toclla, Tacllán, Chiguapampa, Ampec, Pachuyaco, Colcapampa, Mashuan y Lloclla; estos combatientes fueron designados a tomar la plazuela de Belén, luego continuar por la calle “Del cercado” hasta la céntrica plaza de armas. En vista que la ciudad de Huaraz prácticamente había sido sitiada; los notables criollos y los jefes de las fuerzas militares acantonadas, acordaron liberar a los Alcaldes prisioneros en la prefectura y solicitar al supremo gobierno para que se les eximiera del pago del tributo.
Sobre esta propuesta criolla, la multitud armada no comprendía nada, era ya demasiado tarde, tenían que vengarse de las autoridades mistis que anteriormente habían azotado a Atusparia y los soldados armados que el día anterior también habían sembrado de cadáveres las calles de Huaraz. Es entonces cerca de las tres de la tarde, fue el momento fatal para los defensores que retrocedían a un espacio cada vez menor. El frenetismo incontenible y gritería infernal de los sitiadores hacia cundir de pánico a los reaccionarios criollos de la ciudad.
Ante contundente ataque la desmoralización de la tropa fue total, no tuvieron otra alternativa que la de replegarse a sus cuarteles, otros decidieron huir abriéndose el paso por la calle El Rodadero para dirigirse hacia Aija, pero estos cayeron ante la superioridad de los atacantes. En aquel escenario de muerte y heridos, las masas explotadas volcaban todo su odio y venganza contra los ponzoñeros criollos blancos que, como ladrones por antonomasia explotaron y impusieron el tributo indígena y que por ello, llevaban en su frente la anatema hidrofobia de eterna maldición.
Las mujeres hechas fieras marchaban al lado de los combatientes, donde daban consignas de no tener piedad con ninguno de los mistis vencidos; ellas eran proveedoras de piedras para las hondas, daban agua y comida al combatiente y luego evacuaban a los heridos hacia la retaguardia. En aquellos terribles lances a golpe de palos y lluvia de piedras, gritaban las masas ¡Toma contribución!, ¡mueran ladrones mistis!; Pedro “Osku” Cochachin, Ángel Baylon,
Manuel Granados entre otros comandaban a los sublevados para derrotar a la soldadesca criolla.
Hubo pánico total, treinta soldados escalando las paredes del cuartel escaparon hacia el rió y una vez que llegaron a Callhuacocha, salieron al puente de Shamsha para dirigirse a Aija y de allí al puerto de Huarmey, donde creyeron que estaban a salvo. Según Ladislao Meza, en su artículo “El dictador Atusparia” publicado en el diario El Tiempo de junio de 1922; nos refiere:
“Aquella lucha costó la vida de algunos cientos de campesinos y cerca de un centenar de muertos del régimen gubernamental de Miguel Iglesias”.
Luego prosigue: “En esta arremetida indígena murieron los oficiales; capitanes Protacio Gonzáles y Julio Delaveux; Mayor Segura, el teniente Ruiz, el oficial Smith, solo quedaron cuarenta soldados con vida, todos ellos fueron desarmados y sus rifles pasaron a formar la columna de rifleros indígenas. Los motivos de aquella sublevación, según carta dirigida a Elías Malpartida afirmaba que el único objetivo era sacudirse de los mistis y no consentir militares criollos que bajo pretexto alguno hacían abuso y opresión”. Solo la historia juzgará a Atusparia y sus sublevados indígenas.
Tema final: En el tiempo de dominación del colonialismo español, tanto en la era Republicana, las naciones quechuas, aymaras y amazonenses tenemos herencia social, cultural y identidad milenaria del Tawantinsuyu al cual nunca podremos desnaturalizar menos hipotecar. Igualmente, aquí ya no se trata de incomprensión simple o error de planificación, sino de un plan deliberado de avasallamiento en nuestro propio suelo para que nuestras formas de vidas naturales y ancestrales que sin respetar su esencia y valor están siendo destruidas por eso surgen los Andahuaylazos y Moqueguazos.
Póstumo homenaje al hermano MACEDONIO LIRIO LEÓN: El recuerdo de tu memoria, siempre está vigente como dirigente de la FADA-ANCASH, con tu voz legendaria de Pedro “Osku” Cochachin y soldado epónimo de Atusparia. Hace 20 años, dos veces en Lima y uno en Huaraz, en el marco de eventos y acontecimientos de los 500 años de resistencia indígena; junto con Eleuterio Ramírez Jara, desde el presente indagamos la historia trágica de nuestro pueblo y luego proyectamos su apoteósico futuro. Todavía tu mirada acerada traspasa el nevado de Huascarán y tu voz vibrante arenga la huelga campesina: Ay caray, todavía vives tan presente en mi mente como la estatua del guerrero que nunca muere. En aquellas veces, fueron diálogos largos y polémicas libres, bajo la danza melódica de las Pallas de Corongo, donde departimos momentos indelebles de hermandad indómita y luego años más tarde en el callejón de Conchudos caíste abatido por el mensajero asesino de una bala traidora. ¡Macedonio Lirio León presente y descansa en Paz!.
PRELIMINAR DEL SUCESO HISTORICO:
Aquel rebelión indígena de 1885; preconizado por Atusparia, se conscribió con sangre bajo el altar del nevado de Huascarán, fue un episodio de guerra contra la infamia, corrupción, opresión, el vasallaje y el abuso que con soberbia impunidad cometían las autoridades y hacendados criollos del aquel entonces. Sin embargo, aquella gesta revolucionaria y histórica de los Ancashinos; hoy, con deliberado intención tiende a ser borrada, deformada y olvidada por la rancia entelequia tradicional y por el dominio político de los regímenes reaccionarios de la Republiquita criolla peruana.
Lamentablemente en el corral del llamado “Perú”, la historia oficial seudo “patriotera” con apellidos aristocráticos y de “forúnculos virreyes” solo resaltan a los individuos pomposos como “héroes notables” y con velo oscurantismo se sepulta el accionar de la masa indígena. Pero gracias a esta época de nuevos acontecieres, donde los nuevos ideales brotan en su propia esencia, donde también existen condiciones coyunturales para quienes ejecutamos el trabajo de escribir, rescatar, valorar y difundir la exhumación episódica de nuestra verdadera historia.
Volviendo al episodio histórico de la rebelión indígena de Atusparia que después de 123 años, descubrimos las causas y los móviles del aquel rebelión indígena de 1885; fue la insurgencia dinámica de la masa explotada, postergada, humillada y angustiada que Vivian frente al abuso de la casta criolla, quienes, después de la guerra del pacifico, continuaron el clímax de las guerras civiles entre los generales Iglesias y Cáceres dejando a la población indígena en una ruina total. El poder prepotente del gamonalismo y la oligarquía criolla se acrecentó y el debilitado estado peruano no protegió ni ayudó a los herederos del antiguo Tawantinsuyu.
En aquella época de contrastes sociales, políticas y militares, mas al contrario se descarga todo el peso de la crisis y otras calamidades sobre el hombro y el bolsillo del sector indígena, restableciendo la contribución personal (despojo), el trabajo obligatorio y gratuito a favor de la “Republica” y mas la explotación cerval de las autoridades locales y los gamonales criollos. Toda esta situación de injusticia, de postración, abuso y ultraje, despertó el movimiento reivindicativo a un enfrentamiento armado y que este hecho como resurgimiento ideo-político del socialismo ancestral tuvo de connotación y de trascendencia histórica pro Tawantinsuyana.
EL EPISODIO DE LUCHA:
Ancash 03 de marzo de 1885: Atusparia convocó al pueblo con el teñir de las campanas, no para la faina, sino para la insurrección armada. En marcha silencioso, los sublevados indígenas iban llegando al lugar convenido y tomar posición de combate en los cerros cercanos de Huaraz. Así, el grito de ¡Justicia! del pueblo enardecido se escuchó 15 kms a la redonda, su eco de libertad despertó la colectividad sometida a la injusticia: Aquel ejército indígena portaban rejones, barretas, palos de "lloque", hondas, escopetas y algunos fusiles que fueron arrebatadas de patrullas chilenas. La rápida movilización se divisaba semejante a marmitas hirvientes en los cerros del entorno de Huaraz que cercaban todas las entradas; a media mañana se dio inicio la hostelización armada que aumentó con horas de intensidad a medida que se estrechaba el cerco. Los más temibles por su número, por su valentía y arrojo fueron los venidos de Paria, Marián, Priac, Huanchac, Aquia, Ccoyllur, Unchus, Parap, Llacona y Macashca que ingresaron por la calle “lagarto” y tomaron el morro de “Pumacayan”, luego San Francisco y la Soledad.
La contingencia de la cordillera negra, vinieron de Póngor, Tinco, Cochac, Qcespac, Carcariasu, calijirca, cashacoto, canto, Jirac, Cashan, Yurac-cancha y Chacchan que se posicionaron del Balcón de Judas, pasando por calicanto, tomaron la plazoleta de Huarupampa. La avanzada del lado norte, venían de Anta, Yúngar, Parahuanca, Aco, Taricá, Jangas, Collón, Mataquita, Irhua, Huanta, Chavin, Chontayoc, Baños, Lucma, Mullaca que rebazando el puente de Quilcay debían tomar la plazuela de espíritu santo y luego continuar la calle “Comercio”.
Los sublevados del sur venían de Shamsha, Chillán, Toclla, Tacllán, Chiguapampa, Ampec, Pachuyaco, Colcapampa, Mashuan y Lloclla; estos combatientes fueron designados a tomar la plazuela de Belén, luego continuar por la calle “Del cercado” hasta la céntrica plaza de armas. En vista que la ciudad de Huaraz prácticamente había sido sitiada; los notables criollos y los jefes de las fuerzas militares acantonadas, acordaron liberar a los Alcaldes prisioneros en la prefectura y solicitar al supremo gobierno para que se les eximiera del pago del tributo.
Sobre esta propuesta criolla, la multitud armada no comprendía nada, era ya demasiado tarde, tenían que vengarse de las autoridades mistis que anteriormente habían azotado a Atusparia y los soldados armados que el día anterior también habían sembrado de cadáveres las calles de Huaraz. Es entonces cerca de las tres de la tarde, fue el momento fatal para los defensores que retrocedían a un espacio cada vez menor. El frenetismo incontenible y gritería infernal de los sitiadores hacia cundir de pánico a los reaccionarios criollos de la ciudad.
Ante contundente ataque la desmoralización de la tropa fue total, no tuvieron otra alternativa que la de replegarse a sus cuarteles, otros decidieron huir abriéndose el paso por la calle El Rodadero para dirigirse hacia Aija, pero estos cayeron ante la superioridad de los atacantes. En aquel escenario de muerte y heridos, las masas explotadas volcaban todo su odio y venganza contra los ponzoñeros criollos blancos que, como ladrones por antonomasia explotaron y impusieron el tributo indígena y que por ello, llevaban en su frente la anatema hidrofobia de eterna maldición.
Las mujeres hechas fieras marchaban al lado de los combatientes, donde daban consignas de no tener piedad con ninguno de los mistis vencidos; ellas eran proveedoras de piedras para las hondas, daban agua y comida al combatiente y luego evacuaban a los heridos hacia la retaguardia. En aquellos terribles lances a golpe de palos y lluvia de piedras, gritaban las masas ¡Toma contribución!, ¡mueran ladrones mistis!; Pedro “Osku” Cochachin, Ángel Baylon,
Manuel Granados entre otros comandaban a los sublevados para derrotar a la soldadesca criolla.
Hubo pánico total, treinta soldados escalando las paredes del cuartel escaparon hacia el rió y una vez que llegaron a Callhuacocha, salieron al puente de Shamsha para dirigirse a Aija y de allí al puerto de Huarmey, donde creyeron que estaban a salvo. Según Ladislao Meza, en su artículo “El dictador Atusparia” publicado en el diario El Tiempo de junio de 1922; nos refiere:
“Aquella lucha costó la vida de algunos cientos de campesinos y cerca de un centenar de muertos del régimen gubernamental de Miguel Iglesias”.
Luego prosigue: “En esta arremetida indígena murieron los oficiales; capitanes Protacio Gonzáles y Julio Delaveux; Mayor Segura, el teniente Ruiz, el oficial Smith, solo quedaron cuarenta soldados con vida, todos ellos fueron desarmados y sus rifles pasaron a formar la columna de rifleros indígenas. Los motivos de aquella sublevación, según carta dirigida a Elías Malpartida afirmaba que el único objetivo era sacudirse de los mistis y no consentir militares criollos que bajo pretexto alguno hacían abuso y opresión”. Solo la historia juzgará a Atusparia y sus sublevados indígenas.
Tema final: En el tiempo de dominación del colonialismo español, tanto en la era Republicana, las naciones quechuas, aymaras y amazonenses tenemos herencia social, cultural y identidad milenaria del Tawantinsuyu al cual nunca podremos desnaturalizar menos hipotecar. Igualmente, aquí ya no se trata de incomprensión simple o error de planificación, sino de un plan deliberado de avasallamiento en nuestro propio suelo para que nuestras formas de vidas naturales y ancestrales que sin respetar su esencia y valor están siendo destruidas por eso surgen los Andahuaylazos y Moqueguazos.
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