martes, 13 de octubre de 2009

UTOPIA DEL HUMANISMO OCCIDENTAL

Por: Augusto Caña Mamani “Sinshi Cahuide”

Dedico este artículo, siempre como premisa de reflexión dirigida a los valientes guerreros que siguen mis pasos y con su opinión de adhesión solidaria, fortalecen mi espíritu de lucha: El árbol del bosque nunca está solo. Gracias.

Cual humanismo democrático es aquello que no es humanismo de libertad; frente a ello, el humanismo de justicia histórica y el fundamentalismo etno nacionalista será nuestra conciencia de lucha.

El humanismo no significa llegar a la libertad, sólo cuando el colonialismo y sus herederos criollos pueden conceder una caridad de humanismo a los oprimidos que viven bajo su “democracia” lagrimógina y represión reaccionaria. Es decir: ¿Se puede pensar que los quechuas, aymaras y amazonenses llegaremos alguna vez a esta libertad y gracias al humanismo occidental? Se trata todo lo contrario, que nuestras nacionalidades citados arriba, rescaten su libertad que, durante siglos de oprobio fueron recortados por el colonialismo europeo y después por sus herederos criollos.

La libertad nunca viene por si sola, llegar a ella puede convertirse en una simple ilusión o utopía: Todo proceso del GRAN CAMBIO tiene su partida de nacimiento y hombres predestinados como vigorosos impulsores. Gracias también a la conciencia reactivada y sus alternativas emergentes en el campo político y su militancia etno nacionalista de nuestro pueblo. Evidentemente aquí hay que lograr es la conjunción de la libertad de juré con la libertad de facto para las grandes mayorías marginadas y su accionar ya se esboza en Andahuaylazo, Moqueguazo; tanto en los paros regionales de Ancash, Amazonas, Cusco, Moquegua, Puno etc. Cuyo trasfondo será ese otro paro nacional contundente el 04 de noviembre próximo.

Frente a la utopía del humanismo occidental y siguiendo el ejemplo histórico de Túpac Amaru, Túpac Katari, Atusparia, Rimimaki: Lo que necesitamos como opción prioritaria es lograr rescatar el auténtico humanismo etno revolucionario de lucha, con hechos episódicos, con realizaciones trascendentales, con todos sus riesgos e incluso con sus errores pero corregibles. Quedarse en el simple sermón abstracto sobre los medios y formas humanizadores, está bien para los pseudos humanistas con rostro demagógicos y espíritu de hipocresía como “Bufalan” García Pérez y otros lastres criollos.

En la lucha no hay humanismo sin principio y principio sin práctica; aquí hay una distancia enorme entre quienes piden solo una concientización humanista simple con restricción de libertad, más no una transformación humanista con propia identidad y etno nacionalista, también con propio destino y plena libertad. Mientras el imperialismo medita su punto de vista, los latinoamericanos con identidad trucada se pasan de ser humanistas caritativos, pero del humanismo solidario y autóctono en la lucha de liberación indígena: No existe.

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